¿A que nos referimos cuando hablamos de existencia?
“Las preguntas sobre la esencia de algo sólo pueden intentar constatar el carácter del conjunto de experiencias sensoriales al que se refieren los conceptos.”
Definición Universal de la Existencia (DUE):
“si un objeto x tiene una propiedad P(x), entonces existe.”
Todo queda reducido a “tener” para ser. Algo que nuestra Sociedad tiene tan interiorizado que es su base y que valora por encima del ser...que simplemente es una consecuencia del tener.
Encapsulada esta concepción filosófica en la máxima del teneismo existencial se tiene:
“Tengo, luego existo.”
En latín cartesiano:
“Habeo, ergo sum.”
Y en drama shakespeariano:
“Tener o no tener, esa es la cuestión.”
“Tener o no tener, esa es la cuestión.”
El Bucle Infinito de la Preexistencia (BIP).
Disquisiciones sobre la existencia de un objeto cuando “tiene” una propiedad en un espacio definido como un conjunto infinito de subconjuntos finitos, donde el infinito se define como la “tenencia” (ergo, existencia) de un sucesor.
La presupuesta esencia a priori versus la constatada tenencia a posteriori queda formulada de la siguiente forma:
Preexistencia = Ser
Existencia = Tener
La presupuesta preexistencia esencial nos llevaría al BIP (Bucle Infinito de la Preexistencia) y que en algún momento hay que romper con el concepto divino u otros, que marquen un principio, como presunta asunción del comienzo de todo. El predecesor. Fíjense que la existencia definida como tenencia sólo necesita sucesor. Luego si se define al predecesor en función del sucesor:
p = f(s)
Resulta que se redefine la pre-existencia en términos de tenencia.
A lo que quiero llegar es que no hace falta partir de una pre-existencia a priori, porque no es ni más ni menos lo que hacen los creyentes en Dios, por ejemplo. Y ¿quién creó a ese Ser Todopoderoso?. Respuesta de los del lado de la fe y la creencia, poniéndola en los términos formulados:
“nadie porque es “pre-existencia.”
Luego entonces, inmediatamente, surgen mil y una preguntas de los del otro lado, el de la ciencia:
Y ¿para qué se necesita un Dios pre-existente, creador y principio de todo?. ¿Por qué complicar?. ¿Por qué no partir de la existencia de la propia Naturaleza?....
Finalmente, ¿qué aporta la pre-existencia, sobre todo si queda reducida a explicar una existencia que se puede autocontener?. No es más sencillo partir de la existencia sin poner“pre” por delante, lo cual sólo pospone y complica lo inevitable lógicamente? “seres” o “entes” preexistentes que necesitarían de otra preexistencia y así hasta el infinito. Aquí es donde hay que domesticar el esquivo concepto del infinito, el cual también se puede definir en términos de tenencia de un sucesor, como apunté en un párrafo anterior.
Resumiendo toda esta disquisición desquiciada y cambiando de paradigma filosófico desde el “ser” al “tener”, pasaríamos de la “creencia” a la “ciencia”, de lo “a priori” a lo “a posteriori”, del “predecesor” al “sucesor”, con el que todo se define, incluido el predecesor, porque no era más que un sucesor y con esta cadena de sucesores hacia atrás, es decir, predecesores, llegamos a la excepcionalidad del conjunto vacío, del concepto del cero, de “la Nada” si lo prefieren; la cual se puede definir como ausencia de tenencia o pertenencia, por ejemplo.
¿El opuesto al infinito?. Si fuese así, y el infinito se define en términos de tenencia de un sucesor, el conjunto vacío sería la ausencia de sucesor (también de predecesor). ¿Sería el concepto de “la Nada”, de “ausencia”, el generador de la existencia? Nihilismo de la ausencia o no existencia?. ¿Oposición de contrarios como potencia creadora según Heraclito?. O, ¿simplemente, una excepción que confirma la regla?. Todo esto sin considerar que podríamos vivir en una simulación, lo cual cambiaría el punto de partida y toda la partida de la existencia.
Para algunos termina siendo, al fin y al cabo, tan solo categorías del entendimiento, en donde “existir” necesita un contenedor, pero no es restrictivo de ninguna manera, de hecho sabemos que hay “cosas” que existen, por decirlo así, en “no-where”, como el plano y la recta, puesto que estos pueden ser espacios en sí mismos, considerados topológicamente.
Y es donde, ahí, dan en el clavo de lleno, porque “existir” necesita (requiere, si y sólo si) un con-tenedor. Separo y recalco lo de con-tiene porque es condición necesaria y suficiente el tener para poder existir. Tiene que tener alguna propiedad ese subconjunto (contener) para poder existir. Esas cosas que existen en ninguna parte, según aquella nomenclatura, también *tienen* una propiedad, ya sea topológica al estar definidos en un espacio -definido como un conjunto infinito de subconjuntos finitos- donde, a su vez, el infinito se define como la “tenencia” (ergo, existencia) de un sucesor. Como ven toda una cadena de tenencia, per-tenencia, con-tenencia, etc.
Efectivamente esto es aplicable a un objeto, basada su existencia en la tenencia de una propiedad, que puede ser física o matemática, según postula la Teoría Universal de los Estados Naturales (TUEN) acerca de la Mecánica de la Naturaleza, donde no hay diferencia por ser todo una individualidad.
En definitiva, ¿qué “existe” para la física?
Una respuesta simplificada y simplista sería:
“lo mensurable, todo aquello que se puede observar en términos materiales.”
Pero yo discerniría aún más y diría que lo medible es lo físico y la medición lo metafísico. Así que no sería inteligible la metafísica, sino que la colocaría en el estadio de la Relación de Heisenberg. Esa imposibilidad natural de medir a la vez dos parámetros conjugados, esa borrosidad de la Naturaleza probable que nos hace tener que echar mano de nuestra capacidad para la inferencia. Suponer que algo está cuando no está implica que no podemos atribuir una medida porque *no tiene*, simplemente. Y aquí es donde se ve la potencia de la tenencia en todo su esplendor porque suponer que “está” (que “es”), sin medir, es suponer algo, lo cual es innecesario e irrelevante para el orden físico que establecemos y que algunos resumen en un “calla y calcula” (típico de la interpretación de Copenhague de la física cuántica por ejemplo). Yo lo llamaría, parafrasenado a Kundera:
“La Insoportable Irrelevancia del Ser”
Y entonces, ¿qué “existe” para la metafísica?
Respuesta contundente de algunos, sin vacilar:
"lo inteligible, todo aquello que se puede razonar en términos inmateriales"
Voy a intentar que lo duden, nuevamente. Aquí es donde exponía y proponía aquel argumento lógico del bucle infinito de la preexistencia (BIP) y que en algún momento había que romper para salir de él con el predecesor a todo lo anterior, pero que se podía definir en función del sucesor, como formulaba con p = f(s).
Por lo tanto, si lo que existe para la metafísica es lo inteligible, habría que poner un principio, como por ejemplo la Nihilización Original, que antes comentaba encajaba en todo aquel razonamiento de “la Nada” para no terminar de entender nada.
Según se puede deducir de mi exposición, ese “ser” metafísico parte de un “tener” físico-matemático y no sería más que el resultado de una inferencia y no de una existencia en ese sentido del ser. Sería una extensión de nuestra capacidad para inferir a partir de lo empírico, característica que tenemos por haber evolucionado en una Naturaleza individual físico-matemática, o en otros términos, fenoménico-abstracta. En consecuencia la existencia, metafísica, tiene lugar en la inferencia y no en la existencia pura del ser, como una extensión físico-matemática individual del tener:
Y la TENENCIA es algo más allá del lenguaje, algo más que una definición para pretender entender la ciencia, para mi es el propio fundamento de la EXISTENCIA.
"La metafísica es esa parte de la ciencia que se diferencia de la experiencia por la inferencia."
Y la TENENCIA es algo más allá del lenguaje, algo más que una definición para pretender entender la ciencia, para mi es el propio fundamento de la EXISTENCIA.
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